Tengo 4 hijos y 4 nietos los cuales residen en Honduras.
Acepté a Jesús como mi salvador personal hace más de 30 años pero no fue hasta en el 2020 cuando verdaderamente me comprometí en seguir a Jesús con todo mi corazón y decidí con su ayuda dejar atrás todas las cosas que me mantenían alejada de Dios.
Desde que cumplí 15 años sufro de migrañas las cuales me forzaron a pasar varias veces al mes en las salas de emergencia de los hospitales con medicamentos intravenosos.
Cuando cumplí 50 años comencé a tener síntomas de menopausia y las migrañas aumentaron terriblemente, el medicamento que usaba regularmente ya no hacía efecto, entonces decidí visitar a un neurólogo, el cual solo me recomendó una ristra de medicamentos por varios meses.
En vez de mejorar mi situación empeoró porque aunque las migrañas desaparecieron los medicamentos me dieron muchos efectos secundarios, tales como un insomnio severo, irritabilidad, nerviosismo, depresión y falta de energía
Yo pasaba siempre amargada, lloraba constantemente, quería estar alejada de todos y de todo.
Mi condición empeoró tanto que los miembros de mi familia estaban muy preocupados y es así como mi madre buscando ayuda le comento sobre mi caso a la misionera la hermana Janethe Disla, la cual ofreció apoyarme con consejos de acuerdo a su experiencia, su conocimiento y la sabiduría que Dios le ha concedido.
Recibí 6 sesiones de terapia las cuales cambiaron mi vida.
Con todas las recetas naturales que ella recomendó además de las instrucciones con la Biblia y las oraciones, fui capaz de dejar de tomar todos los medicamentos en la segunda sesión.
Estoy muy agradecida a Dios ante todo por su amor, por sus bondades, por sanarme y liberarme de esa esclavitud en que vivi por 40 años.
Gracias a Dios estoy libre de ese tormento que me había convertido en una persona miserable, triste y deprimida.
También quiero agradecer a la Hermana Janethe Disla por su tiempo, por su paciencia, por su amor mostrado hacia mi persona en cada sesión.
Por ayudar a otros así como me ayudo a mi.
Doy gracias a Dios por su vida, que él la bendiga con sabiduría y conocimiento para seguir con este ministerio.
Para Dios sea el honor y la gloria por siempre y para siempre.
Amen.
My name is Patricia, I’m 56 years old, I’m from Honduras but currently living in the Cayman Islands.
I have 4 kids and 4 grandkids, they all live in Honduras.
I have accepted Jesus as my personal savior for more than 30 years but it was not until 2020 when I truly committed to follow Jesus with all my heart and decided with his help to leave behind all the things that were keeping me away from God.
Since I turned 15 years old I have suffered from migraines which forced me to spend several times a month in hospitals with intravenous medications in emergency rooms.
When I turned 50 I began to have menopause symptoms and the headaches increased terribly and the medication that I used to take regularly no longer worked so I decided to visit a neurologist which only recommended a string of medications for several months.
Instead of improving my condition worsened because although the migraines disappeared the medication caused me severe side effects, like severe insomnia, irritability, nervousness, depression and lack of energy.
I was always bitter, cried constantly, wanted to be away from everyone and everything.
My condition worsened so much that the members of my family were very worried and that’s how my mother, seeking help , told the missionary Sister Janethe Disla about my condition who offered to support me with advice and guidance according to her experience, knowledge and wisdom that God has granted her with.
I had 6 therapy sessions which changed my life.
With all the natural recipes that she recommended to me plus the instructions with the Bible and the prayers, I was able to stop taking all those medications in the second therapy session.
I’m very grateful above all to God, for his love, goodness, for healing me and for setting me free from the slavery in which I lived for 40 years.
Thanks to God I’m free from that torment that had turned me into a miserable person, sad and depressed.
I also want to thank Sister Janethe Disla for her time, for her patience, for her love shown to me in each session.
For helping as many people as with me, I thank God for her life and may he bless her with wisdom and knowledge to continue with this ministry.
To God be the honor and glory for ever and ever. AMÉN
