
Mateo 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.
LECTURA Y VOZ DE SAMUEL MONTOYA
DEVOCIONAL POR JANETHE DISLA
CAMINANDO EN LA VERDAD
Hoy es 6 de marzo
Libro de Deuteronomio Capítulos 14-16
Los puntos sobresalientes en estos Capítulos son: Alimentos limpios e inmundos, la Ley del diezmo, el año de la remisión y tres fiestas que deben ser observadas.
Meditamos hoy en Deuteronomio 15:9-11 dice así la Palabra del Señor: “Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado. Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas. Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”.
Dar al pobre era reconocer que todas las posesiones de los Israelitas, pertenecían al Señor; ellos solo eran mayordomos del amor de Dios, distribuyendo a los menos afortunados.
Cuando le damos a alguien que necesita nuestra ayuda, le estamos prestando al Señor; Él nos da su Palabra como garantía, nos dice Proverbios 19:17 “A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar”.
Dios siempre se ha identificado, con el pobre y el desamparado; el dar un vaso de agua en su nombre, es lo mismo que dárselo al Señor “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:35-36).
El sufrimiento de la gente oprimida, toca el corazón de Dios, nuestros corazones deberían también ser tocados para obedecer al Señor y mostrar su amor a otros.
Los Israelitas, habían recibido la tierra y este mandamiento de Dios era para el pueblo específicamente.
Muchos hemos cumplido con esto de dar; hemos sido enseñados desde pequeños, a dar al pobre. Siempre ayudamos a las personas, queremos hacer obras para Dios; sin entender que Dios ya lo hizo todo y solo nos toca a nosotros creer su Palabra y obedecerla. Al distribuir lo que Dios nos da, nos hacemos menos mezquinos, y compartir con otros es una práctica que no debemos perder de vista.
¿Pero qué dice Jesucristo acerca de los pobres? Leemos en Mateo 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.
Todavía Jesucristo, está buscando pobres en espíritu, para enriquecernos con el Poder de su Espíritu Santo. Santiago 2:5 “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?”.
Para venir a Cristo, tenemos que venir con un corazón empobrecido, reconociendo que no somos nada y nada tenemos, reconociendo que somos polvo y su Gracia, su Amor Eterno, nos levanta y nos transforma para su Gloria. Por eso, el Señor Jesucristo en Mateo 6:19 Dice “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”.
Nadie puede quitarte, nadie puede separarte de la poderosa mano de Dios. El sistema mundano nos ha hundido en la codicia de las cosas materiales y también en la avaricia. Los grandes de la agenda 2030 nos dicen que van a eliminar la pobreza y no habrá más gente pobre ¡Otra mentira del diablo! Con razón es el padre de la mentira.
Estos que se creen ricos y dan mucho dinero a la gente; debe recordar que un día nos enfrentaremos a la muerte y Jesús mismo nos dice en Apocalipsis 3:17-20 “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
Recuerda: ¡Solo en Cristo tenemos Riquezas Eternas!