
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al ESPÍRITU». (Romanos 8:1)
LECTURA Y VOZ DE SAMUEL MONTOYA (Haz clíck en Reina Valera)
DEVOCIONAL POR JANETHE DISLA
CAMINANDO EN LA VERDAD
28 de febrero
Terminamos de leer el libro de Números capítulos 34 al 36
En estos Capítulos vemos: Las Fronteras de Canaán, la división de la Tierra prometida, herencia de los Levitas, ciudades de refugio, Leyes concernientes al Asesinato y Leyes sobre Herencia.
Meditamos hoy en Números 35:6 y 36:13 “Y de las ciudades que daréis a los levitas, seis ciudades serán de refugio, las cuales daréis para que el homicida se refugie allá; y además de éstas daréis cuarenta y dos ciudades. Estos son los mandamientos y los estatutos que mandó Jehová por medio de Moisés a los hijos de Israel en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.”
Hemos terminado de leer el libro de Números y desde los capítulos 27-36, el Eterno Dios ha dado a su pueblo instrucciones específicas sobre los “mandamientos y estatutos” que nos revelan la importancia de la Palabra de Dios en instruir a Su pueblo a vivir vidas santas que agraden al Señor. “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre;
Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.” (Salmos 19:7-10)
Dios no está lejos como muchos creen, al abrir su Palabra puedes experimentar su amor y poder, ahí encontramos todos sus estatutos y mandamiento para vivir correctamente, pero sobre todo la Vida Eterna en su Hijo Jesucristo; solo tenemos que clamar a Él: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3).
También el Dios de Israel, dispuso ciudades de refugio, para proteger a alguien que había matado sin intención. Si la persona podía escapar a estas ciudades, estaba fuera de peligro, hasta que se pudiera hacer una investigación legal. Si se comprobaba que el acto fue accidental o justificado, la persona tenía que permanecer en la ciudad de refugio, hasta la muerte del Sumo Sacerdote.
Mientras que él permanecía allí, él estaba protegido del vengador, pero si él dejaba la ciudad antes que el Sumo Sacerdote muriera, sería entregado a la muerte. No obstante, si se comprobaba que el asesinato era intencional, la persona culpable, era entregada al vengador, para su muerte.
Salvar la vida de un homicida que era culpable, deshonraría a toda la nación, porque el homicida mataría a alguien que fue creado a la imagen del Dios vivo y verdadero, sino también hubiese tomado a la fuerza, la autoridad de Dios sobre esa vida. En Éxodo 23:7 “De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío.”
En el Nuevo Testamento, Cristo revela que el odio es una forma de Asesinato: Mateo 5:21-22 “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”.
Dios espera más de sus hijos que han sido Salvos por la Sangre de Jesucristo: Romanos 13:9 “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Dios demanda el respeto más sublime por la vida humana, porque el hombre fue creado a su imagen.
Recordemos que Romanos 6:23 nos dice: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.
Sí Jesucristo es nuestro refugio, el pecado nos quiere matar y separarnos de Dios, pero los que estamos en Cristo nos dice «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. (Romanos 8:1)
Recuerda: ¡Jesucristo es el único refugio eterno para nuestra vida!