«Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él.” 1 Samuel 18:14
LECTURA Y VOZ DE SAMUEL MONTOYA
DEVOCIONAL POR JANETHE DISLA
CAMINANDO EN LA VERDAD
Hoy 6 de abril
Continuamos 1 Samuel Capítulos 17-18
En estos capítulos vemos: El triunfo de David sobre Goliat, el Pacto de Amistad-Lealtad entre Jonatán y David, intento de Saúl de matar a David por celos, y matrimonio de David con Mical.
Meditamos: 1 Samuel 18:6-9 y 14 “Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles. Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David. Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él.”
David fue muy popular en el pueblo, después de su victoria sobre el Filisteo Goliat, pero su triunfo fue demasiado para el Rey Saúl, el cual era muy orgulloso. A medida que David, gradualmente obtenía influencia, honor y reconocimiento, lo que en otra época, era exclusivo de él, un espíritu de celos llegó a obstinarlo: “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.” (Santiago 3:16)
El egoísta Saúl gobernaba Israel con un propósito en mente, solo le importaba su propio lucro y bienestar. Y después que fue poseído por los celos y la envidia, solo una cosa gobernaba su mente: la muerte de David; su obsesión era tal que llegó a enfermarse y a desatender la obra que Dios le encomendó. “Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado”. Proverbios 21:4. “El corazón apacible es vida de la carne; Mas la envidia es carcoma de los huesos. (Proverbios 14:30)
Examinemos diariamente nuestro corazón, ya que el orgullo, la altivez, los celos y la envidia, siempre nos pagaran mal.
Existen muchas personas, que como Saúl están ansiosos de servir a Dios si les trae reconocimiento a ellos, con frecuencia les vemos en las congregaciones; peleando por puestos y ejerciendo su voluntad como “Líderes” que quieren ser seguidos por una multitud y No como siervos del Dios Viviente, sujetos a su voluntad. Su anhelado éxito les conduce a un espíritu de autosuficiencia y de envidia. Job 5:2 “Es cierto que al necio lo mata la ira, Y al codicioso lo consume la envidia”.
Hay más: Proverbios 27:4 “Cruel es la ira, e impetuoso el furor; Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia? En Eclesiastés 4:4 “He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu”.
Tal era el caso de Saúl y David. Oremos y clamemos a nuestro Salvador Jesucristo, que nunca estos pecados invisibles se empoderen de nuestro corazón, siempre la humildad y la obediencia a Su Palabra, debe dirigirse para ser útiles a sus mandatos.
Muchas personas hablan de lo que han logrado y no le dan la Gloria a Dios por ello. Dios nos da el privilegio de elegir sus caminos o de satisfacer nuestra propia carne. Si somos demasiado orgullosos como para someternos a Él y de abandonarnos enteramente a su voluntad, seremos abandonados a nuestro propio riesgo, como Saúl, destituido en la hora más crítica, ya que Dios no puede bendecir el pecado. Pero sí puede librarnos del pecado, si nos arrepentimos y clamamos por su misericordia.
Escuchemos bien esta amonestación: «Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”. (Proverbios 16:18)
El verdadero éxito en la vida, proviene de conocer y obedecer humildemente la Palabra de Dios y no en buscar la popularidad y el reconocimiento de otros. ¡Recuérdalo siempre!
