
“Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. 19 Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma 20 Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano.21 Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma” Ezequiel 3:18-21
DEVOCIONAL POR JANETHE DISLA
CAMINANDO EN LA VERDAD
Hoy 1 de Septiembre
Iniciamos el Libro del Profeta EZEQUIEL
El autor del libro es el mismo Profeta Ezequiel, y su nombre en hebreo significa “Dios da Fortaleza”. Y Dios lo fortaleció para mantenerse firme ante las dificultades que tendría que enfrentar en su vida y en la obra del Eterno Dios. Fue un sacerdote que recibió el llamado al ministerio profético a los 30 años, unos cinco años después de que lo llevaron cautivo a Babilonia en la segunda deportación en el 597 a.C. La fecha registrada de su autoría data del año 593 al 571 a.C. Abarca un periodo de alrededor de 22 años.
El mensaje de Ezequiel, para los exiliados era recordarles los pecados de idolatría que cometieron y que los condujeron a los 70 años de cautiverio en Babilonia y reafirmó la obediencia a la Palabra a través de predicciones de una futura restauración nacional de Israel y que toda la Humanidad, sabrá que “YO SOY EL SEÑOR”, una frase que ocurre más de sesenta veces en el libro de Ezequiel.
También profetizó de la gloria futura del reino milenial venidero. El profeta Ezequiel comunicó el mensaje de Dios, a través de símbolos y alegorías, y visiones. Los mismos métodos usados por Daniel y más tarde por Juan en el libro de Apocalipsis.
El libro de Ezequiel, tiene 48 capítulos y 65% del libro es profecía que se relaciona directamente con Israel en el fin de los tiempos; se describe el Templo milenial, la nueva Jerusalén donde Dios mismo mora con Su pueblo.
Comenzamos con la lectura de los Capítulos 1-4
En estos primeros capítulos vemos: Visión de Ezequiel de la Administración de Dios, su llamado y advertencia de Juicio,
Meditamos hoy en Ezequiel 2:1-5 y 8 “ Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo. 2 Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba. Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. 4 Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor. 5 Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos. 8 Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy”.
Dios le habló a Ezequiel diciendo; “hijo de hombre” este título que le da, se repite poco más de 90 veces en el libro. Dando a entender que Ezequiel era un “hijo de hombre» especial, el hombre escogido, dotado espiritualmente y comisionado por Dios para una obra específica. Asimismo, Jesucristo el “Hijo de Dios e Hijo de Hombre” usa este título en más de 80 ocasiones, para hablar de sí mismo, y así dar a conocer su verdadera y perfecta humanidad.
Al hablar el Eterno Dios a Ezequiel, le capacito con el Espíritu de poder para llevar a cabo el ministerio divino a los cautivos. En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo sólo era dado a personas privilegiadas siervos del Dios Altísimo. Después de la muerte expiatoria y la resurrección de Jesucristo, el Espíritu Santo viene a morar en cada creyente que ha nacido de nuevo; es decir se ha arrepentido de sus pecados y ha recibido a Jesucristo como Salvador y Señor de su vida.
De la misma manera le dijo Jehová Dios de Israel a Ezequías: Hablarás pues mis palabras, pero le expresó que no sería apreciado, que no sería fácil y que el pueblo no aceptaría su mensaje, porque eran una casa rebelde.
Al siervo del Señor, no debe importarle el éxito de este mundo, o quedar bien delante de las personas; sino sólo la fidelidad a su eterno Señor. El Servir al Dios Viviente, trae muchas recompensas, aunque haya también muchas dificultades. Tal vez hemos aceptado una tarea en el Nombre del Señor, para después sentir que no somos apreciados.
No te desanimes, Dios permite estas circunstancias, para que pongamos nuestra Fe en Él y no en nosotros mismos, como muchas veces es la costumbre. El deseo de nuestro corazón, debe ser obedecer al Señor Jesucristo, en todo; principalmente llevando su Palabra, en todo tiempo y en cada lugar; como le dijo Él Dios Santo, a Ezequiel.
“Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. 19 Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma 20 Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano.21 Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma” Ezequiel 3:18-21
Cuando nuestras vidas están sujetas con su Palabra; reconocemos que Dios, está trabajando, a través de nosotros para llevar a cabo Sus propósitos eternos. De la misma manera, prestemos oídos cuando un siervo del Eterno nos amonesta.
Recuerda: ¡Las Palabras de Jesucristo que nos han sido dadas; son para ser proclamadas en todo tiempo!