35 En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. 36Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos.37 Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban,38 doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco” Hechos 20:35-38
DEVOCIONAL POR JANETHE DISLA

CAMINANDO EN LA VERDAD
Hoy 16 de noviembre
Hechos de los Apóstoles-Capítulos 20-22
En estos capítulos vemos lo siguiente: Pablo visita a Macedonia y Grecia, Resurrección de EutÍco, Mensaje de Pablo a los ancianos de Éfeso, Pablo es apresado en el Templo de Jerusalén, y Testimonio personal de Pablo.
Meditamos hoy en Hechos 21:27-32 “Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, 28 dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar. 29 Porque antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo, de Éfeso, a quien pensaban que Pablo había metido en el templo. Así que toda la ciudad se conmovió, y se agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron fuera del templo, e inmediatamente cerraron las puertas. 31 Y procurando ellos matarle, se le avisó al tribuno de la compañía, que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada 32 Este, tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y cuando ellos vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo.”
Pablo decidido llegó a Jerusalén aunque muchos hermanos le rogaban que no lo hiciera, ya que sería atado y maltratado por los judíos. “Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; 23 salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. 24 Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20: 22-24).
Tan pronto como llegó a Jerusalén, Pablo enfrentó oposición. Sus enemigos hicieron un alboroto acusándolo injustamente y la multitud enardecida lo apaleó brutalmente, y aunque la acusación era evidentemente falsa; logró el efecto deseado y arrastraron a Pablo fuera del Templo.
JESÚS sorprendió a sus seguidores, cuando les dijo: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23).
Muchos hablan y cantan de llevar una cruz; otros llevan la cruz colgada en sus cuellos; sin embargo, la cruz a la que Jesús nos enseña es distinta. Se refiere a la negación diaria como creyentes, de nuestros placeres, privilegios y necesidades, para obedecer en todo Su Voz y su mandato de dar a otros Su Palabra para que le conozcan. Si, tenemos que negarnos a nosotros mismos, para poder llevar el evangelio a toda criatura y a todo el mundo.
Pablo tenía la esperanza que sus conocidos y amigos lo iban a escuchar y recibir la Palabra de poder que lo había liberado de la religiosidad, dándole una vida nueva, la Vida del mismo Dios mediante su Espíritu Santo. Leemos Hechos 22:18-22 “Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. 19 Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti; 20 y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban. 21 Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles.22 Y le oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva.”
Antes de partir a Jerusalén Pablo dio instrucciones a los hermanos, a la Iglesia: 35 En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. 36Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos.37 Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban,38 doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco” (Hechos 20:35-38).
No todos seremos martirizados, pero Cristo nos avisa que sufriremos persecución por seguirle fielmente, empezando por nuestros mismos amigos y familiares; los cuales al pasar el tiempo serán alcanzados por nuestras oraciones y su misericordia que los rescatara para su gloria.
Tanto amor existía en la Iglesia primitiva; que los incrédulos podían ver la unidad, el fervor, la fortaleza; todos eran de un mismo sentir cómo El Señor Jesucristo había mandado. Qué diferencia con el evangelio superficial que hoy en día se predica lamentablemente vemos desacuerdos, murmuración y una iglesia acomodada al sistema mundano en lo general.
Tenemos que dejar nuestra zona de confort, orar sin cesar, para que otros puedan escuchar y recibir la nueva vida en Cristo. Dios nos ha escogido a los creyentes como instrumentos, sus instrumentos, para llevar las buenas nuevas de salvación.
Recuerda: ¡PARA SER LLENO DE TODO LO ESPIRITUAL, TENEMOS QUE RENUNCIAR A TODO LO CARNAL Y MATERIAL!