EVANGELIO DE MATEO-Capítulos 18-20

jesus, cruz, christ-3754866.jpg

Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”  Mateo 18:21-22.

DEVOCIONAL POR JANETHE DISLA

10/08/2024

CAMINANDO EN LA VERDAD

8 de octubre

Evangelio de Mateo 18-20

Los puntos sobresalientes son: La humildad debe ser como la de un niño; piedras de tropiezo; parábola de la oveja perdida; importancia del perdón; matrimonio y divorcio; el joven rico; los trabajadores en la viña; Jesús resucitara de entre los muertos y sana a dos ciegos.

Meditamos en Mateo 18:31-35 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”

Pedro pensó que había un límite razonable de perdonar las ofensas persistentes contra él. Pero Cristo respondió que su Espíritu perdonador no debería limitarse a siete ofensas, sino extenderse a setenta veces siete es decir sin límite: Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” (Mateo 18:21-22).

La respuesta del Señor fue una parábola que revela cuán pequeñas son las ofensas de otros contra nosotros, comparadas con el perdón que hemos recibido de Dios. Cuando abrigamos resentimiento, odio o celo en nuestros corazones, no solo nos inclinamos a olvidar nuestra gran pecaminosidad contra Dios, sino que nuestro corazón se va llenando de raíces de amargura.

El primer paso para esta comunión con el Dios Viviente es admitir y confesar el pecado centralizado en el alma. Es cosa muy seria, de consecuencia eterna, guardar una actitud de no perdonar. Si alguien nos ofende, debemos comprender que es el pecado lo que hay que condenar, y se nos exhorta a perdonar al pecador.

Es muy importante entrar en nuestro interior y perdonar a los que nos han ofendido, traicionado, marcándonos con heridas profundas. Pero solo podemos hacerlo a través de Jesucristo por su sacrificio satisfactorio ante el Padre. Solo Cristo puede darnos perdón, amor, reconciliación e intimidad espiritual con nuestro Padre Celestial y experimentar la sanidad interior por medio de la liberación del Espíritu Santo y de perdonar genuinamente a nuestros ofensores. Muchas personas son sanadas físicamente cuando llegan a perdonar a sus agraviantes por las heridas pasadas. Obedecer la Palabra de Dios, trae liberación.

Pero también Dios nos exhorta a no poner tropiezo a nuestros semejantes, o causarles daño, engañándoles para sacar provecho, o hacer mal por envidia o celos.Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. 7 ¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! 8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. 9 Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego” (Mateo 18: 5-9).

Que amonestación tan clara y real ya que el sistema mundano ha puesto tropiezos a la humanidad para que no conozcan la Palabra Libertadora, así que debemos estar conscientes de nuestros actos y pensamientos. Dios nos conoce como en verdad somos, no como queremos vemos. En vista de esto, ¿cómo no podemos perdonar a otros?

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano” (Mateo 18:15-17)

Cuando vemos claramente cuánto se nos ha perdonado, nos vemos como realmente somos; tendremos entonces un espíritu de compasión ilimitado, y de perdón hacia cualquier persona por cualquier cosa.

Así como Dios perdona y nos perdonó, debemos nosotros también activar el perdón en nuestra vida cotidiana, para poder vivir libres para la gloria de nuestro Redentor Jesucristo.

Recuerda: ¡Para perdonar a otros; primero debemos experimentar el perdón del Dios Eterno Jesucristo en nosotros!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Facebook
YouTube
WhatsApp