
“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? 2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. 3 No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. 4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. 5 Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. 6 El sol no te fatigara de día, Ni la luna de noche. 7 Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. 8 Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre” Salmo 121:1-8.
DEVOCIONAL POR JANETHE DISLA
CAMINANDO EN LA VERDAD
Hoy 16 de julio
Leemos Salmo 120-131
Los puntos sobresalientes en estos capítulos son: Oración por liberación de la lengua engañosa, poder sostenedor de Dios, Oración por Jerusalén, y Bendiciones por confiar en Dios.
Meditamos hoy en Salmos 130: 3-8 “AH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? 4 Pero en ti hay perdón, Para que seas reverenciado. Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; En su palabra he esperado.6 Mi alma espera a Jehová. Más que los centinelas a la mañana, Más que los vigilantes a la mañana. Espere Israel a Jehová, Porque en Jehová hay misericordia, Y abundante redención con él; 8 Y él redimirá a Israel de todos sus pecados.”
Nuevamente el salmista hace énfasis en que solo Jehová de los Ejércitos, el Dios Viviente es el Único que perdona los pecados del ser humano nacido en pecado. Y al que debemos acudir para recibir redención de nuestras almas.
Existe también un énfasis singular en la repetición de la frase: “más que los vigilantes a la mañana”; muestra la importancia de esperar por el tiempo del Señor, porque él suplirá todas nuestras necesidades. Los centinelas, en los muros de Jerusalén, estaban obligados a mantenerse despiertos, debido a su responsabilidad de alertar a otros en caso de que el enemigo atacara, la ciudad.
Con mayor responsabilidad que la del Centinela, el Salmista exhortó a los Israelitas, de poner toda su confianza en Dios: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? 2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. 3 No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. 4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. 5 Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. 6 El sol no te fatigara de día, Ni la luna de noche. 7 Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. 8 Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre” (Salmo 121:1-8).
El sistema psicológico mundano nos insta a depender de nuestra fuerza, como de la de otros; así lo hicieron los Israelitas, cuando buscaron la ayuda de Egipto. Pero sufrieron decepción; sin embargo, aquellos que esperamos las bendiciones del Señor, Vivimos en confianza de que él suplirá todo por medio de su Palabra en el tiempo perfecto de ÉL. “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos. 2 Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien. 3 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. 4 He aquí que así será bendecido el hombre Que teme a Jehová” (Salmo 128:1-4).
Estamos viviendo en tiempos en que todo es instantáneo y queremos que Dios nos conteste instantáneamente, pero él dice que esperemos; aprendamos a esperar en el Señor, porque: “Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, Que no se mueve, sino que permanece para siempre” (Salmo 125:1).
Tenemos que esperar al Señor, y clamar a Él cuando estemos a punto de rendirnos: “A Jehová clamé estando en angustia, Y él me respondió” (Salmo 120:1)
Si no confiamos en el Señor, escuchemos y tomemos en cuenta lo que nos dice el salmista: “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. 2 Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño.” (Salmo 127: 1-2)
Los creyentes que esperamos en Jehová, le encomendamos toda nuestra vida a Cristo; sabiendo que Él puede elegir lo mejor para nosotros.
Recuerda: ¡Esperar en el Señor no es pérdida de tiempo, es bendición segura!