Filipenses 3:13-14 “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
LECTURA Y VOZ DE SAMUEL MONTOYA
DEVOCIONAL POR JANETHE DISLA
CAMINANDO EN LA VERDAD
Hoy 19 de Marzo
Libro de Josué Capítulos 17-19
Los puntos sobresalientes en estos capítulos son: Herencia de Manasés; Los hijos de José reciben más tierra; el Tabernáculo establecido en Silo y el resto de la tierra es dividida.
Meditamos hoy en Josué 18: 3 y 10 “Y Josué dijo a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo seréis negligentes para venir a poseer la tierra que os ha dado Jehová el Dios de vuestros padres? Y Josué les echó suertes delante de Jehová en Silo; y allí repartió Josué la tierra a los hijos de Israel por sus porciones.”
Los Israelitas habían cruzado el río Jordán, habían destruido Jericó y finalmente después de siete años de guerra, tenían control de la tierra prometida; pero no todos los Cananeos, habían sido conquistados: Josué entonces preguntó “¿Hasta cuándo series negligentes para venir a poseer la tierra, que les ha dado Jehová el Dios de vuestros Padres?”.
Lo que sucedió con las tribus de Israel, también sucede con muchos creyentes hoy en día, prevalece una indiferencia general de obedecer toda la Palabra de Dios y una conformidad desidiosa. Estaban contentos y cómodos como estaban, no querían seguir luchando, su voluntad estaba sujeta a su conveniencia.
Tenemos que seguir el ejemplo de Pablo, en Filipenses 3:13-14 “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
Muchos se quedan estancados en el pasado y no pueden proseguir adelante, porque lo quieren hacer en sus propias fuerzas, por eso Pablo dice prosigo a la meta; meta que Dios ya nos ha trazado, no es mi meta la que me va a complacer; sino la meta del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Es decir, obedecer cada día la Palabra de Dios, esto significa:
renunciar a nosotros mismos, sacrificar nuestros placeres, los cuales de otra manera, nos impedirían hacer lo que él nos ha encomendado.
Si yo me estoy complaciendo a mi misma, no voy a poder obedecer a mi Dios; y hacerlo sería una pérdida de tiempo para mi vida espiritual. Como creyentes tenemos que estar satisfechos con las victorias y los logros que nuestro Dios nos da cada día, sin perder de vista la diligencia a su voluntad.
Debemos estar sujetos continuamente a su benevolencia, esto lo lograremos solamente, a medida que comprendamos su mandato; y ¿Cómo es esto?, de la forma más sencilla: teniendo relación, comunión con ÉL, pasando tiempo en su Palabra; leyéndola y viviéndola. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3:16-17)
Esto no solo significa leer la Palabra y disfrutar las verdades, que llenan nuestro corazón, sino anhelar su poder transformador, que es el resultado de un deseo sincero de obedecerle.
El crecimiento espiritual, viene cuando OBEDECEMOS LAS ESCRITURAS. En 1 Timoteo 6:12 nos dice “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos”.
Mostremos al mundo lo que somos; ¿somos negligentes o diligentes, en OBEDECER AL SEÑOR? El posponer hacer la voluntad de Dios nos priva de ser útil en Su servicio y a menudo ocasiona que lleguemos a ser piedra de tropiezo.
Es de suma urgencia que como creyentes, comprados con la sangre de Jesucristo, despertemos y no seamos irresponsables, ya que ahora mismo el sistema mundano está cambiando todas las leyes dadas por Dios y no hay quien las defienda, es hora de inspeccionar lo que estamos haciendo como iglesia y en el poder del Espíritu Santo seguir conquistando la tierra para Cristo.
Recuerda: ¡Nuestra meta solo la logramos, sometidos a su Palabra!