
GÉNESIS 26:2-3 «2 Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. 3 Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre«.
GENÉSIS CAPÍTULOS 25 AL 27- LECTURA VOZ DE SAMUEL MONTOYA
DEVOCIONAL POR JANETHE DISLA
CAMINANDO EN LA VERDAD
9 de enero: Leer Génesis 25-27
Puntos sobresalientes son: El matrimonio de Abraham con Cetura y su muerte; la familia de Ismael; nacimiento de los hijos gemelos de Isaac, Esaú y Jacob; Esaú vende su primogenitura; Isaac y el acuerdo con Abimelec; Isaac bendice a Jacob; y Jacob huye de Esaú.
Meditamos en Génesis 25: 7-8; 23 y 36 y el Cap. 26:2-3
7 Y estos fueron los días que vivió Abraham: ciento setenta y cinco años. 8 Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo. 23 y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor. 32 Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?
Genesis 26:2-3
«2 Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. 3 Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre».
Este pasaje declara el cumplimiento de la profecía de Génesis 15:15 de que Abraham viviría muchos años. Vivió hasta los 175 años. La frase fue unido a su pueblo indica que se consideraba que quien partía iba a estar con sus antecesores, un indicador tácito de creer en la existencia del alma después de la muerte. Esto deja fuera la teoría de la reencarnación y la extinción del ser muy de moda y bastante aceptado en nuestros días; esto confirma otra mentira de la serpiente antigua. Claramente nos dice la Palabra Mateo 10:28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
Es decir no temas a las noticias del sistema que amedrenta con la muerte, preocúpate más de estar en paz con Dios y así escapar del infierno.
Por otro lado; En la antigüedad el nacimiento de gemelos se consideraba como una bendición especial. La tradición antigua también enseñaba que el hijo mayor de una familia tenía derechos y privilegios especiales en comparación con los hijos que siguieran. Aquí Dios invierte la tradición favoreciendo al hijo menor de Rebeca y no al mayor. Como el hijo mayor, Esaú tenía el derecho de la primogenitura y la cabeza de la familia, teniendo así además el privilegio de líder de la tribu y servir como Sacerdote, pero este hombre con mente mundana no dio importancia a sus responsabilidades espirituales y por un plato de comida vendió su primogenitura.
Cuántas personas hay en la misma situación, por tener un deleite, por complacer sus deseos carnales dejan aún lado lo espiritual y se olvidan de buscar a Dios e ignoran voluntariamente que un día van a morir, y también van a encontrarse cara a cara con Su Creador. Esaú era uno de ellos, pensó que con la muerte se acaba todo. Así que no tenía interés en la promesa del Pacto que Dios había hecho con su abuelo Abraham. En la vida de estos hermanos, se evidenciaban dos formas de vida diferentes, mientras que Esaú vivía para satisfacer sus deseos presentes, Jacob tenía un deseo intenso de complacer a Dios. Como resultado de ello, Jacob no solo resultó en ser un Gran hombre de Fe, sino que obtuvo el privilegio de ser el antepasado de Cristo el Mesías. Aunque algunas de las acciones de Jacob parezcan ser reprochables; cuando él mintió a su papá y se hizo pasar por su hermano. El se arrepintió y creyó en las promesas de Dios. Al leer la historia de Jacob parece que no merece ser llamado Israel, él peleó con Dios y Dios le cambió el nombre de usurpador, a Israel, príncipe de Dios. Cuando confiamos y obedecemos al Señor hay una transformación tan grande que nos cambia hasta el nombre.
A lo largo de su historia Israel ha tenido la tendencia a confiar en la supuesta seguridad de Egipto, un tipo del sistema mundano. De modo que Jehová apareció a Isaac y le renovó la promesa del Pacto Abrahamico. A Isaac se le repiten las mismas tres promesas, de tierra, descendencia y bendición adicional . Ya que Isaac obedece a Jehová y no desciende a Egipto y se queda en la tierra que Dios había prometido. Egipto era una tentación para los patriarcas que donde había fabricación de cosas e ingenio humano y no buscaban la provisión divina. Para los creyentes de hoy, es un tipo del mundo, que nos tienta a probar las cosas por nuestros propios medios, sin depender de Dios para su bendición. Si muchos pierden grandes bendiciones de Dios por aferrarse al sistema mundano que los estanca espiritualmente y los aleja de Su Palabra. No seamos como Esaú, mas bien imitemos la obediencia de Isaac y la fe de Jacob.
Recuerda: Sin obediencia; no hay bendición.